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  • El Clúster de la Edificación organiza un desayuno informativo con profesionales del Grupo de los Componentes Industrializados para analizar la evolución y perspectivas del sector.

La construcción industrializada permite agilizar los tiempos en edificación, optimizar el consumo de energía y recursos (tanto materiales como mano de obra), controlar el gasto en las diferentes fases del proyecto, reduciendo los errores, y aplicar con mayores garantías de éxito criterios de economía circular en todo el proceso, poniendo atención a la recogida y valorización en obra. 

Sin embargo, esta nueva forma de construir no termina de despegar en España. La escasa digitalización; la ausencia de mano de obra joven y cualificada; la percepción de monotonía y seriación que se tiene de la industrialización, así como un enfoque tanto de la normativa como de la financiación muy dirigido a la construcción tradicional son algunas de las principales barreras que todavía se deben sortear. Así lo creen los expertos del Grupo de Trabajo de Codesarrollo de los Componentes Industrializados del Clúster de la Edificación –integrado por cerca de 70 empresas–, que han analizado los retos y perspectivas del sector durante un desayuno informativo celebrado en Madrid.

“Actualmente lo que se está desarrollando es la construcción off site, pero todavía estamos lejos de la industrialización. Bancos, normativa…, todo está enfocado en construcción tradicional”, explicaba Begoña López, coordinadora y portavoz del Grupo, y CEO en la empresa Componentes y Unidades Constructivas. 

Begoña López y los representantes de las seis verticales del GT – David Sierra (Vertical de Promotores), Álvaro Pardo (Vertical de Integradores), Elena Vallino, (Vertical Estructuras), Cristina Criado (Vertical Envolventes), David Gutiérrez (Vertical Instalaciones) y Julián Domínguez (Vertical Interiores)–, han reflexionado sobre los principales puntos críticos que afectan a sus áreas de trabajo, coincidiendo en la necesidad de trasladar las ventajas de industrialización a todos los agentes implicados en el proceso.

“Al industrializar no solo se ahorran costes en obra, también ejercemos un mayor control sobre las erratas, minimizando la aparición de problemas singulares en obra. Además, mejoramos la gestión de residuos (también en fábrica), siendo capaces de aportar soluciones para la deconstrucción de la estructura”, apuntaba Elena Vallino representante de la Vertical de Estructuras y arquitecta socia y directora de Proyectos de Ingennus. “Tenemos que romper con ese estigma de la construcción industrializada, que viene de los años 70, trasladando la idea de que industrializar no es monotonía. Podemos personalizar cualquier proyecto y hacerlo con mucha más calidad”, aseguraba Cristina Criado, representante de la Vertical de Envolventes y arquitecta en Ruiz-Larrea Arquitectura.

Durante el encuentro también se han analizado los desafíos a los que debe de enfrentarse cada una de las verticales durante el proceso constructivo. Así, mientras que para la Vertical de Promotores el principal hándicap es la incertidumbre –“La construcción industrializada en nuestro país apenas acaba de arrancar y esta situación provoca cierta intranquilidad sobre el resultado final”, explicaba David Sierra, representante de este grupo y director de Proyectos y Sostenibilidad de Metrovacesa-, para la Vertical de Integradores el reto está en cambiar la forma de trabajar “y apostar por un sistema más colaborativo. Romper las barreras en obra y compartir conocimiento”, añadía Álvaro Pardo, Arquitecto en Innovación y Sostenibilidad de PAEE.

Sin embargo, desde la Vertical de Instalaciones señalaban a la ausencia de mano de obra o a la reducción de costes como otras dificultades a abordar. “Para bajar costes en industrialización tenemos que tocar la variable de productividad. Una solución que nos permite optimizar los recursos es la definición de las tipologías necesarias para seriarlas. Esto facilita la labor del fabricante, permite ahorrar tiempo en planificación, instalación, etc. y simplifica el mantenimiento a largo plazo”, explicaba David Gutiérrez, responsable de Proyectos en Valladares Ingeniería. 

“La construcción industrializada implica un cambio de mentalidad en la forma de concebir una vivienda. Se trata de ver más allá de los metros cuadrados y empezar a pensar en términos del confort, de calidad, de impacto ambiental y de ahorro de energía, y de la recuperación de los materiales al final de la vida del edificio, la circularidad. La industrialización responde a las necesidades de soluciones habitacionales que van surgiendo, como el Build to Rent o el coliving porque facilita la modificación de acabados y distribuciones, adaptándose a las necesidades en el tiempo”, concluía Julián Domínguez, de la Vertical de Interiores y socio de CIP Arquitectos.

Otro de los aspectos que más consenso ha generado entre los participantes durante el desayuno ha sido la normativa. Para los integrantes del grupo de trabajo habría que revisarla y adaptarla a esta nueva realidad, ya que la ley (LOE) está muy enfocada a la construcción tradicional, así como la Ley Hipotecaria. Lo mismo ocurre con los trámites administrativos y licencias, cuyos plazos exceden los del proceso de construcción industrializada. 

En cuanto a si está el sector preparado para avanzar en la industrialización del proceso constructivo, los integrantes del grupo han coincidido en señalar que, aunque su implantación supone un cambio de paradigma y de visión, “en el momento en el que empecemos a introducir una oferta competitiva, este sistema crecerá”, afirmaba Begoña López. “En España tenemos mucha tecnología para la industrialización, pero nos falta ese análisis del conjunto”, añadía.

“La industrialización no es el futuro, es el presente. Es inminente. El camino está trazado y no hay marcha atrás”, finalizaba David Sierra.

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